El canario; origen e historia.

Las islas canarias compuestas por un archipiélago de siete islas volcánicas, ya conocidas seguramente por fenicios y cartagineses durante sus viajes, mencionadas por Hesíodo y Herodoto, aunque siempre rodeadas por el halo de misterio que envolvía todo aquello que estaba más allá de las columnas de Hércules, estas islas recibieron de los romanos el apelativo de afortunadas.
Fueron exploradas en el año 50 aC por una expedición capitaneada por un hijo del rey Juba de Mauritania, famoso escritor de textos geográficos de la época.
Durante los siglos siguientes cayeron en el olvido y quedaron confinadas al mundo de lo arcano y de la leyenda.Sólo a finales del siglo XIII un noble genovés, Lanzarote Maroncello, las redescubrió y exploró.
Hacia el año 1400, según refieren las crónicas reales, las primeras aves originarias del lugar fueron ofrecidas a la entonces reina de Francia, Isabel de Baviera.
En 1402, dos navegantes franceses tomaron posesión de algunas islas en nombre del rey de Castilla.
Pero junto a la historia humana de estas islas existe otra ornitológica, que comenzó durante el siguiente siglo cuando la Corona de Castilla, una vez vencida la contienda con Portugal y diezmadas las poblaciones indígenas, se convirtió de hecho en dueña de todo el archipiélago. A partir de documentos de la época es posible afirmar, casi con toda seguridad, que fueron los castellanos los primeros en importar al viejo continente ejemplares de las características aves locales que , tomando el nombre de su lugar de origen, fueron denominadas canarios.
La belleza del plumaje, verdoso con una tonalidad marrón sobre el dorso y amarillo oro en el pecho y la región superciliar, el canto melodioso, la alegría y sociabilidad de su caracter y su fácil y rápida adaptación a la vida en cautividad, provocaron que los colonizadores importaran a Europa grandes cantidades de canarios para disfrute de la aristocracia ibérica, que adornó su lujosas moradas alojándolos en jaulas emaltadas o doradas y en pajareras al aire libre.
Las damas de entonces solían retratarse con un canario posado en el índice o en la palma de la mano, tal y como atestiguan los lienzos que aún hoy es posible contemplar en los viejos castillos españoles;su canto, que evocaba a menudo una atmósfera gentil y serena, inspiró a no pocos conocidos poetas de la época. Desde la península, los canarios iniciaron su conquista de Europa y fueron exportados a todas las naciones limítrofes.
Sin embrago, no todos están de acuerdo con esta versión de la introducción de los canarios en nuestro continente. Por ejemplo, antiguos textos ingleses sostienen que el mérito de la difusión de los canarios en Europa corresponde a la reina Isabel I, quein en 1580 recibió como presente algunos ejemplares, a los que cuidó y cruzo con esmero y se convirtieron en sus animales favoritos. Tanto es así, que para los personajes notables del reino era signo de si augusta benevolencia recibir como regalo parejas de canarios que la soberana misma había cruzado.
De España a Inglaterra, Italia y Alemania, se extendieron rápidamente por toda Europa. La presión de la demanda era cada vez mayor, en America, nortede Africa e incluso en las lejanas Indias Británicas. Las innumerables hibridaciones y mestizajes con especies afines, los reiterados cruces consanguíneos, las adaptaciónes a nuevas constumbres alimenticias y climáticas, han propiciado que a lo largo de los últimos cinco siglos el canario salvaje original (serinus canarius), antiguo progenitor y fundador de la estirpe de los modernos canarios domésticos, modificara su patrimonio genético primitivo. La estructura ósea, el color, la forma e incluso el canto han cambiado.
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Rafa Rodriguez